Después de veinte años de vigencia del Plan quedaban por ejecutar las piezas más importantes: el ensanche, el parque de Els Estanys, la conexión de Platja d’Aro con el núcleo histórico de Castell d’Aro, la formación de un pequeño ensanche residencial en el núcleo de Castell d’Aro, el engarce entre las tramas urbanas de Sant Feliu de Guíxols y Platja d’Aro y la finalización del puerto interior de la Marina. La cuestión que más preocupaba al Ayuntamiento era el plan de ensanche, porque había fracasado varias veces en su desarrollo. Los proyectos que se habían planteado no habían resuelto de forma razonable los problemas que acarreaba su condición de terrenos inundables. El ensanche estaba previsto en unos terrenos que servían para laminar el agua del valle en los periodos lluviosos de primavera y otoño. Seguramente, si no se hubiesen instalado en ellos algunos equipamientos desde hacía muchos años, la mejor opción hubiera sido no urbanizarlos. La única alternativa razonable era proyectar el ensanche y el parque al unísono, trasladando a este último la función territorial que antes resolvían los terrenos del ensanche. Se trataba de hacer un storm wate r para resolver el problema de la laminación del agua sin necesidad de grandes infraestructuras y dar contenido medioambiental al parque. La introducción de este argumento en el diseño del parque dio paso a la aparición de un lago permanente, la definición de dos zonas a lado y lado del lago con funciones distintas, la posibilidad de introducir el agua depurada en el subálveo o, sencillamente, recordar el carácter de suelo inundable que habían tenido estos terrenos.