El proyecto surgió de unos primeros trabajos de asesoría en temas turísticos-costeros para la Revisión del Plan General de Urbanismo de Calvià, dirigido por los arquitectos Eduardo Leira y Damián Quero. Inicialmente, esta asesoría debía circunscribirse a los problemas de la costa y a las estrategias de rehabilitación del tejido turístico del litoral, pero, al ser la situación especialmente grave en algunos de sus tramos, se pidió que se estudiara cómo resolver uno de ellos, Magaluf.
Ante la gravedad de la situación, no era posible actuar con los medios de reforma y mejora que se habían utilizado en otras zonas turísticas –el diseño del espacio público y la rehabilitación y mejora de las instalaciones turísticas–; se debía plantear la posibilidad de utilizar el material “especulativo” que normalmente usaban los grandes promotores para reconducir la situación. La zona del Magaluf era una área turística muy degradada, que había agotado su frente marítimo y se aprestaba a urbanizar su parte trasera con una edificación más intensa, aumentando con ello los problemas del conjunto. El proyecto de Marina fue una apuesta por cambiar esta dinámica e introducir un elemento que permitiera rehacer todo el conjunto. Era una urbanización que se había situado en una zona de saladares, cuya ocupación se había retrasado por dificultades técnicas y porque su “saneamiento” la había convertido en un basurero y vertedero. La introducción de una gran lámina de agua y la creación de un puerto interior modificaba la geografía del lugar y daba nuevas posibilidades al conjunto para volver a definir su rol.