El trabajo de Boavista es un encargo de la empresa estatal de Cabo Verde para el estudio del desarrollo turístico de esta isla, que es la única salida económica que se les ofrece. El problema que se plantea es que normalmente las inversiones interesadas en ello están acostumbradas a imponer sus condiciones, a exigir los mejores terrenos y a tener una total autonomía en su ejecución. El informe intentó encontrar el equilibrio entre la preocupación de los gobernantes para dar salida a las ofertas de los operadores turísticos y la necesidad de ordenar el desarrollo turístico en un territorio muy frágil. Una fragilidad que era ecológica y paisajística, pero sobre todo social. La isla contaba con 4.000 habitantes, una cantidad equilibrada y acorde con los recursos naturales, a diferencia de los países vecinos. El trabajo de equipo interiorizó estas preocupaciones y dio prioridad a tres campos: el social, que sería finalmente el que marcaría el ritmo de crecimiento del turismo en función de la capacidad de la población de asumir los cambios programados; el medioambiental y paisajístico, cuyo valor era indiscutible, pero extremadamente frágil si no se entendían los mecanismos de su funcionamiento (sobre todo en el que se refiere a los sistemas de dunas), y el turístico, en un caso en el que es fundamental acertar en los tamaños y tipologías que se proponen. El resultado final fue una propuesta muy contenida, no tanto por los riesgos medioambientales y paisajísticos que se podían producir, sino por la necesidad de controlar un crecimiento de la población residente, que mayoritariamente procedería del continente y a la que había que asegurar unos servicios y equipamientos adecuados.